La astrología también es antigua. Desde tiempos inmemoriales el cielo ha sido una fuente de inspiración para entender el universo más allá de lo mundano, lo humano, lo terrestre. La información que brinda el cielo es y siempre ha sido, vasta: ha servido para registrar la forma del planeta en que vivimos, sus movimientos, nos ha ubicado dentro del sistema solar y de la galaxia, ha permitido identificar otros planetas a nuestro alrededor y sus órbitas, nos da noción de ubicación y dirección, permite observar que nos movemos contínuamente, que existe un eje terrestre, que giramos alrededor del Sol y sobre nosotros mismos, que vamos acompañados por miles de estrellas fijas a nuestro alrededor. Permite ver y entender el porqué de las fases de la Luna , predecir los eclipses- relaciones entre el Sol, la Luna y la Tierra- , saber cada cuánto se repiten determinados fenómenos como la salida y la puesta del sol, el cambio de las estaciones, los movimientos de las mareas, etc.
El cielo es y ha sido también el indicador por excelencia, del paso del tiempo. Todas nuestras formas de medir el tiempo se han apoyado en el ritmo del cielo. Nos regimos por el registro de fechas en calendarios y horas del reloj, lo que es equivalente a decir, a movimientos en el cielo. El tiempo en Ayurveda (en Sánscrito Kala) es un factor natural e inevitable y es en sí mismo un factor etiológico. El día, la noche, las diferentes estaciones y todos los ciclos, incluyendo las edades, marcan diferentes influencias y efectos muy poderosos en nosotros.
El ritmo circadiano (que dura cerca de un día, vinculado con el sol) influencia procesos hormonales y cognitivos a través de la glándula pineal y el núcleo supra-quiasmático; el ritmo de la luna influencia el movimiento de las mareas y el de los líquidos corporales y la menstruación; el de las estaciones cambia condiciones de calor y humedad que predisponen a enfermarnos más o menos, etc. La relación con el tiempo es profunda, antigua y tremendamente importante.
Muchas de nuestras situaciones de malestar, tanto físico como mental, emocional o espiritual, no ocurren en cualquier momento, sino que lo hacen sincrónicamente, en consonancia con determinados movimientos en el cielo. No nos pasa ̈cualquier cosa en cualquier momento¨, sino que los eventos más transformadores, acontecen en momentos determinados, que forman parte de movimientos más amplios y complejos dentro de nuestras vidas. Si logramos observar dichos movimientos amplios en los que estamos inmersos, tendremos herramientas para significar de otra forma las cosas que nos ocurren, sintiendo que forman parte de un movimiento mayor, un despliegue contínuo. Muchas interpretaciones mentales y malestares profundos encuentran otra forma de ver lo mismo, brindando un alivio profundo, significativo y duradero a situaciones de sufrimiento agudas o crónicas.
El desacople con los ritmos de la naturaleza según el Ayurveda, es una de las causas más importantes de enfermedad. En Astrología Occidental vemos la vida como un proceso de despliegue de la propia energía, en contínua expansión y descubrimiento de nosotros mismos. Muchas problemáticas que afectan más especialmente al área mental o emocional, con o sin correlato en el cuerpo físico, encuentran una herramienta liberadora en la Astrología como guía.
En Astrología trabajamos con una herramienta básica que es la carta o código natal. Esta es la imagen de la posición de los planetas, estrellas y satélites en el momento de nuestro nacimiento, organizados en un mandala compuesto por diferentes signos y casas. Los astros se ubican de una determinada manera, generando aspectos o relaciones geométricas entre ellos, que definen un código o carta natal.
Este código es de gran complejidad. No hay una sola manera de leerlo y lleva la vida entera conocerlo y sentirse identificado con todo lo que en él se muestra. Tanto como el código genético o ADN, este es un código aparentemente simple, pero que encierra la complejidad de la vida y puede manifestarse de muchas formas diferentes.
Habrá partes del código que ya conocemos y sentimos como propias- llamadas ¨en luz¨, y también otras que rechazamos, negamos, proyectamos o ignoramos- llamadas ¨en sombra¨. Las partes de este código que tenemos ¨en luz¨, normalmente nos hacen sentir quienes somos, nos reconocemos en ellas y nos generan pocos conflictos. Las partes ¨en sombra ̈ en cambio, son las que pujan por expresarse, conformando los núcleos problemáticos más importantes o difíciles: vínculos conflictivos, situaciones dolorosas repetitivas, dificultades persistentes en ciertas áreas de la vida, patologías que aparecen en determinados momentos, situaciones importantes que no comprendemos, crisis vitales, etc.
Tanto la luz como la sombra se manifiestan siempre, pero es la sombra la que nos cuesta más ver y reconocer como propia. De este modo, en astrología intentamos poner luz y traer a la conciencia aquellas partes de nosotros mismos con las que menos nos identificamos, para poder relacionarnos mejor con ellas e integrarlas a nuestra identidad, y sentirnos más plenos.
No todo el código se expresa con igual intensidad todo el tiempo, sino que irá manifestándose con nosotros, con un ritmo y una secuencia determinada para cada uno. La energía de cada quién va dejándose ver en distintos momentos vitales, al compás de hechos, vínculos, situaciones, etc. que acompañan nuestra vida y nos hacen ser como somos.
Estos hechos, momentos, crisis, etc, se manifiestan en sincronía con determinados tránsitos planetarios o ciclos en el cielo. La lectura astrológica incluye la unión de lo que vemos en el cielo y lo que acontece en nuestras vidas. Así, la lectura de tránsitos, ciclos y movimientos del cielo nos ayuda a ubicar los fenómenos que vivimos en el marco de procesos más largos y difíciles de captar a simple vista.
Existen ciclos bien definidos en Astrología, algunos duran 7 años, otros 12, otros 28, otros 30. Ubicar nuestras vivencias dentro de estos ciclos nos ayuda a entender los períodos que inevitablemente recorreremos, sin tanto conflicto. Podemos vivir períodos de transformación profunda en nuestras vidas que duran varios años, en plena conciencia de lo que se está modificando, aprovechando al máximo el aprendizaje.Contactarnos con aspectos propios que rechazamos, desconocemos o negamos y nos traen sufrimiento o ignorancia, así como entender mejor el ritmo de despliegue, ayuda a descubrir quiénes somos profundamente, a diferencia de quienes creemos o queremos ser. Así podremos ir incluyendo lentamente en nuestra propia identidad, las partes o aspectos de nosotros mismos que durante años no reconocimos, rechazamos o proyectamos en otr@s.